Qué es el método Scrum y cómo puedes aplicarlo en tu organización

Cuando te enfrentas a un nuevo reto profesional todo son exigencias. Tus clientes quieren rapidez y excelencia, tu organización aspira a lograr los mejores resultados y tu equipo necesita un plan de trabajo con roles definidos y unos procedimientos claros. Y, por si fuera poco, el entorno en el que te desenvuelves suele ser cambiante e incierto. No te queda otra: necesitas aprender a bailar con la incertidumbre.

¿Pero cómo llegar a todo sin perder la cabeza en el intento?

En este artículo vamos a hablarte del método Scrum y de cómo puedes empezar a aplicarlo en el desarrollo de tus proyectos.

Qué es el método Scrum

El método Scrum es un framework, es decir, un entorno de trabajo en el que se definen claramente los conceptos, los criterios y las prácticas para enfocar un reto determinado, y que a la vez sirve de modelo para enfrentar y resolver nuevos proyectos futuros de índole similar.

La clave principal de la metodología es que el desarrollo del proyecto se hace en bloques temporales, fijos y cortos. De este modo, se trabaja por objetivos que se ordenan en el tiempo, y es tu equipo el que define los plazos de entrega, que deben ser breves y concretos.

Además, el método Scrum prioriza aquellas tareas que tienen mayor valor para el cliente, y son tus empleados los que se comunican diariamente y trabajan codo con codo para realizar los cambios necesarios en el plan. Y lo más importante, tras alcanzar cada hito se muestra al cliente el resultado obtenido para que pueda estar al tanto de la evolución del proyecto.

Dentro de la metodología hay 3 roles principales:

• Scrum Master, que es el líder y el encargado de facilitar la aplicación del sistema y de gestionar los posibles cambios. En este caso tú.
• Product Owner, que es la voz del cliente y que hace referencia a todos los involucrados o interesados en el proyecto en cuestión.
• Team, que es el equipo de trabajo encargado de ejecutar el desarrollo del plan.

En el método Scrum los equipos suelen ser pequeños, de entre 3 y 9 personas, y tienen la autoridad necesaria para poder cumplir los requisitos en los tiempos máximos marcados, lo que supone dos ventajas importantes:

• Mayor control de los compromisos acordados y, por tanto, menos dudas a la hora de medir resultados.
• Mayor confianza y compromiso de tus empleados, que tienen acceso a una gestión regular de las expectativas del cliente y están al tanto de la evolución general del proyecto.

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Agilidad, la clave de Scrum

Poner en práctica esta metodología puede suponer, en definitiva, que tu organización tenga mayor capacidad para responder a los cambios. Pero también que tu cliente esté más satisfecho, incluso en situaciones de incertidumbre.

¿Por qué?

Bueno, en primer lugar porque las entregas rápidas y continuas generan confianza. Pero también porque abrir un espacio para escuchar al cliente e incorporar los cambios que necesite durante la ejecución del plan os ahorrará muchos dolores de cabeza.

Además, la colaboración directa y diaria entre los miembros de tu organización generará un ambiente laboral más sano y participativo. El hecho de funcionar como un equipo que puede organizarse a sí mismo, especialmente en lo que se refiere a establecer los plazos de entrega por objetivos, favorecerá la simplicidad del proceso y eliminará de un plumazo el miedo a los cambios constantes en circunstancias variables.

Backlog y Sprint, dos conceptos básicos

Puede que te suenen a chino mandarín, pero estos dos conceptos clave dentro de la metodología Scrum son los que darán verdadero sentido al proceso de trabajo. Te lo explicamos.

El Product Backlog, o pila de producto en español, es una lista con todos los objetivos iniciales del proyecto que se va a desarrollar. Por definición es una lista dinámica y puede ir evolucionando a medida que lo hace el propio proyecto.

Por su parte, el Sprint es el intervalo de tiempo prefijado durante el que se crea un resultado concreto, potencialmente utilizable y entregable, para que el cliente lo pueda revisar. Dicho con otras palabras: es el periodo en el cual se lleva a cabo el trabajo en sí.

En este sentido, te recomendamos que la duración de los sprints sea constante y, como hemos dicho, concretada por los miembros de tu equipo en base a su propia experiencia. Aunque, eso sí, se puede comenzar con una duración de sprint e ir ajustándola según el ritmo de trabajo. El tiempo mínimo de un Sprint suele ser de 2 semanas y el máximo de 4 semanas.

Scrum diario y revisión del Sprint

Otra de las claves de este método es el Scrum Diario, también llamado Daily Standup. Es, para entendernos, una reunión sobre el estado del proyecto para mantener a los miembros del equipo al tanto de todas las novedades y detectar posibles problemas y corregirlos.

Estas reuniones suelen tener una duración fija de entre 5 y 15 minutos, y te recomendamos hacerlas de pie para evitar divagaciones y apuntar directamente al objetivo. Si por cualquier motivo necesitáis dedicar más tiempo a un tema, se hará tras el Daily Standup, pero nunca se interrumpirá su dinámica.

Por último, una vez que se haya completado un Sprint se realizará una revisión en equipo para compartir experiencias, necesidades e impresiones. Esta ejercicio de retrospectiva os ayudará a mejorar continuamente la implementación de Scrum.

¿Habías puesto en práctica alguna vez el método? ¿Crees que el método podría ayudarte a flexibilizar cambios y a mejorar la productividad?

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Pablo Santxez

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