La envidia afecta de forma negativa a tu forma de actuar y de comportarte. Hasta aquí nada nuevo. Te desgasta psicológicamente.
Pero el hecho de tener envidia de otras personas en lugar de luchar por lo que quieres es, en definitiva, una emoción que surge. Y hay personas que tienen este sentimiento muy desarrollado.
Yo reconozco que tengo muchos defectos, pero no soy envidioso. No florece en mí esa emoción. Sin embargo, hay personas que son envidiosas y eso les hace frenar su desarrollo. No consiguen sus objetivos porque consideran que merecen más que el resto por el simple hecho de ser o de estar.
De este modo se centran siempre en los demás, desgastándose al pensar en lo que no tienen. Es decir, que la envidia no consiste solo en desear lo que poseen otros (algo bastante habitual y lógico), si no querer que ese otro, el envidiado, deje de ser tan afortunado, tan exitoso o tan abundante.
En este artículo voy a darte todas las claves para que sepas cómo puede transformar la envidia en un impulso que te ayude a fijar tus verdaderos objetivos y a trabajar por conseguirlos.
La envidia en tu mente
Valorarte a ti mismo por haber alcanzado tus metas es de las sensaciones más maravillosas que existen. Pero en el otro lado de la balanza, sentir envidia y desgastarte día a día pensando por qué otras personas tienen lo que a ti te falta es psicológicamente devastador.
Porque al final, esto es como una bola de nieve que va creciendo y que genera un sentimiento negativo y de odio hacia otras personas. Es hiriente y doloroso.
Te pongo un ejemplo:
Dos primos. Uno de ellos tiene una familia con una posición económica más acomodada. Sus padres le pagan la carrera y no tiene que trabajar para poder costearse los estudios. El otro, sin embargo, aparentemente lo tiene más difícil y se ve en una encrucijada con dos maneras de gestionarlo:
Puede maldecir a su primo y generar un sentimiento de envidia y odio enconado por el simple hecho de que sus recursos no son los mismos.
O puede pensar en la suerte que tiene su primo y alegrarse por él, a pesar de ser consciente de que va a tener que pelear más duro.
La clave está en aceptar las circunstancias y ser consciente de que las cartas están echadas. Solo debes encontrar el mejor modo de jugar las tuyas.
Esto pasa incluso con personas a la inversa. Me explico. Hay gente que vive una situación económica más desahogada que la de otros, pero que ve cómo esas personas con menos recursos se han esforzado tanto por crecer que han terminado logrando mejores resultados. Y eso, inevitablemente, les genera también cierta envidia. No quieren tener celos, pero no pueden evitarlo porque es algo que surge y que a priori parece difícilmente controlable.
Sin embargo, existen algunas claves que pueden ayudarte a superar la envidia y a liberarte de ese sentimiento corrosivo que está minando tu autoestima para siempre.
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La envidia mala y la envidia sana
Seguro que has escuchado alguna vez la expresión «envidia sana». Y es que ahí está la clave. Porque existe un tipo de envidia que se parece a la admiración y que puede motivarte a crecer y mejorar.
Si en lugar de hacer que la envidia te lleve a pensamientos relacionados con la hostilidad hacia la persona con la que te comparas consigues transformarla en un sentimiento de entusiasmo, te harás mucho bien.
Por otra parte, cuando sientes envidia de la mala es probable que intentes infravalorar los logros de los demás. «Es muy guapa, pero no es inteligente» o «ha conseguido este trabajo por enchufe». Estos son solo algunos ejemplos de expresiones que surgen cuando estás tratando de aliviar o de superar la envidia que te corroe.
Cómo transformar la envidia
La envidia es un sentimiento ancestral y, como tal, es normal que surja puntualmente. El problema está en el momento en que se convierte en algo recurrente que te hiere y te hace daño. Y créeme cuando te digo que vale la pena combatirla solo por el hecho de evitar el daño que te produce.
Por este motivo, es posible que a veces no puedas evitar el sentimiento de envidia como tal, o que te resulte muy difícil hacerlo. Pero una cosa es el sentimiento y otra, las consecuencias que trae. Porque lo que sí puedes controlar es cómo gestionar la envidia como emoción, por ejemplo, evitando hablar mal de la persona con la que te comparas.
Otra clave muy importante es razonar sobre lo que te está sucediendo y tratar de ver al envidiado desde un punto de vista positivo y motivante. Piensa si realmente quieres conseguir lo que esa persona posee y, si la respuesta es afirmativa, traza un plan para lograrlo.
De este modo, la persona que envidias se convertirá en un ejemplo a seguir para ti. Y muy probablemente, con el tiempo querrás darle las gracias por haberte inspirado.
La envidia puede ser tu motor
Con todo, creo sinceramente que la envidia sana puede ser un motor que te ayude a avanzar en positivo. Piénsalo. Esa energía que en principio parece oscura y hostil puede ser muy beneficiosa para ti a largo plazo. La clave está en usarla en el sentido correcto.
Porque competir con uno mismo y superarse es de las mejores sensaciones que existen en la vida. Y si el ejemplo de los demás nos inspira y nos ayuda a crecer y a transformarnos en mejores personas o a ser más abundantes, bienvenido sea.
¿Estás de acuerdo?
Deja un comentario y cuéntame si alguna vez has sentido envidia y cómo has gestionado esa emoción.
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